Genesis Yasmin Zacarias Castro 

Nutricionista

La neumonía es una infección respiratoria aguda que afecta a los pulmones de los pacientes. Los pulmones están formados por pequeños sacos, denominados alveolos, que en personas normales se llenan de aire al respirar; sin embargo los alvéolos de los enfermos de neumonía están llenos de pus y líquido, lo que hace dolorosa la respiración y limita la absorción del oxígeno.         

La neumonía bacteriana es responsable de un 20 a 40% de las hospitalizaciones de niños menores de cinco años en todo el mundo, y en la región de las Américas se encuentra entre las tres primeras causas de muerte de esa misma población.

La neumonía bacteriana se determina como un proceso neumónico en que se documenta la presencia de una bacteria en el pulmón, en secreción bronquial, en un fluido del cuerpo que se encuentra normalmente estéril, o una respuesta inmunológica contra un patógeno respiratorio. Esta enfermedad está causada principalmente por la bacteria Streptococcus pneumoniae (neumococo). Las distintas bacterias puede propagarse por diversas vías: a) se encuentran presentes comúnmente en la nariz o garante de los niños, al momento de inhalarse pueden infectar los pulmones; b) pueden propagarse por vías áreas, a través de pequeñas partículas expulsada al toser o estornudar; c) por medio de la sangre, sobre todo en el parto y en el periodo inmediatamente posterior. 

Las personas más propensas a contraer neumonía son:  

  • Adultos de 65 años o más.
  • Niños menores de 5 años.
  • Personas con una enfermedad crónica previa como diabetes, enfermedad hepática o con alguna inmunodepresión. 
  • Las personas que fuman cigarrillos.

El desarrollo de neumonía depende directamente de la interacción entre las enfermedades base de los pacientes, su estado inmunitario-nutricional y el medio en que se encuentren. Los síntomas más comunes son: fiebre elevada de comienzo súbito con escalofríos, afectación del estado general y ocasionalmente de herpes labial. Se puede acompañar de dolor torácico de característica pleuríticas y expectoración lenta; la auscultación es focal la cual debe ser realizada por el personal de salud, es importante mencionar que los síntomas son distintos en adultos, niños y lactantes, de la misma forma los síntomas pueden agravarse por lo que debe ser necesario hospitalizar al paciente. 

En menores de 5 años con tos y/o dificultad para respirar, acompañadas o no de fiebre, la neumonía se diagnostica por la presencia de taquipnea (respiración rápida) o tiraje subcostal (depresión o retracción de la parte inferior del tórax durante la inspiración, cuando en las personas sanas el tórax se produce una expansión). Las sibilancias son más frecuentes en las infecciones víricas.

Los lactantes con afectación muy grave pueden ser incapaces de comer o beber, y pueden presentar pérdida de consciencia, hipotermia y convulsiones.

El tratamiento puede ser de forma ambulatoria o puede existir la necesidad de hospitalizar al paciente dependiendo de la severidad del problema, es importante el inicio temprano del antibiótico para disminuir el riesgo de progresión de la enfermedad. Los antibióticos más comúnmente utilizados para la neumonía son: penicilinas y betalactámicos (amoxicilina y amoxicilina/clavulánico), quinolonas (levofloxacino, ofloxacina) y macrólidos (azitromicina, claritromicina) los cuales deben ser recetados por un médico. 

La prevención de la neumonía infantil puede ser desde el nacimiento pues diversos estudios indican que una nutrición adecuada es clave para mejorar las defensas naturales del niño, iniciando con lactancia exclusiva durante los primeros 6 meses de vida y una prolongación hasta los 2 años, puede prevenir eficazmente la neumonía y reduce la duración de la enfermedad. En relación a la alimentación se debe de tener una dieta variada consumiendo los distintos grupos que indica la Olla 

alimentaria de Guatemala (cereales, frutas y verduras se deben consumir todos los días; carne, lácteos y sus derivados se debe consumir al menos 3 veces por semana; y por último, grasas y azucares deben ser consumidas con moderación). 

En Guatemala como parte de la prevención ante esta patología, el Ministerio de Salud y Asistencia Social inmuniza a todos los grupos de población en riesgo con las distintas vacunas como: neumococo e influenza (antigripal) las cuales se encuentran en los distintos servicios de salud de forma gratuita. La vacuna de la gripe se administra durante la estación de gripe de forma anual (los últimos 3 meses del año), mientras que la vacuna de la neumonía puede administrarse en cualquier momento del año. La población a la que se aconseja vacunarse de la gripe es: personas de más de 65 años, personas inmunosuprimidas, personas con enfermedades crónicas consideradas factores de riesgo, personal sanitario, mujeres embarazadas y niños menores de 3 años. En cuanto a la neumonía, la recomendación va dirigida especialmente a los adultos mayores de 60 años, niños menores de 12 meses y  las personas con factores de riesgo entre las que se incluyen las personas inmunodeprimidas.

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