Genesis Yasmin Zacarias Castro
Nutricionista

El sueño es un estado biológico el cual es un proceso activo y estrechamente regulado que ocurre a unas horas determinadas del ciclo biológico de 24 horas. Este proceso permite la recuperación tanto funcional como energética del organismo, por lo tanto, ayuda a conciliar la memoria y colabora en el almacenamiento de los neurotransmisores. Cabe mencionar que, el sueño ocupa al menos un tercio de nuestras vidas y es considerado fundamental para sostener la vida humana, por tal razón, los trastornos provocan serias consecuencias en las personas que lo padecen, uno de los trastornos más comunes es el insomnio. 

En la actualidad, el insomnio tiene una prevalencia alta en los adultos mayores pues se ha estimado que el 50 % de la población lo padece. Sin embargo, no se considera como una consecuencia normal del envejecimiento, por lo tanto, se ha establecido que el insomnio es un síntoma asociado a cambios vinculados con la modernidad en los estilos de vida y a condiciones socioeconómicas, cabe resaltar que es más frecuente en mujeres y se relaciona con la presencia de otras morbilidades que contribuyen a la disminución de la funcionalidad de esta etapa de la vida.

El insomnio es un término que se utiliza para referir la percepción subjetiva de un sueño insuficiente o no restaurado, de la misma forma se ha determinado una clasificación internacional del sueño por la American Academy of Sleep Medicine: 

  1. Dificultad para iniciar o mantener el sueño, despertar demasiado temprano, el sueño es crónicamente no restaurador o de calidad pobre por lo menos durante un mes. El problema del sueño ocurre a pesar de las circunstancias y condiciones adecuadas para dormir. 
  2. Alguna de las siguientes formas de deterioro diurno relacionadas a la dificultad de sueño es reportada por el paciente: 
  1. Fatiga o malestar 
  2. Deterioro de la memoria, concentración y atención 
  3. Pobre desempeño escolar, social y/o profesional 
  4. Cambios en el estado de ánimo 
  5. Somnolencia diurna 
  6. Disminución de la motivación, energía e iniciativa
  7. Proclividad a los errores y accidentes 
  8. Tensión, dolor de cabeza, síntomas gastrointestinales en respuesta a la pérdida de sueño
  9. Preocupación por el sueño

Además, existen una gran variedad de factores de riesgo como: realizar siestas durante el día, acostarse temprano en la cama o utilizarla para otras actividades, las cenas copiosas o la falta de ejercicio, también las condiciones ambiénteles tal como exceso de ruido o luz, temperaturas extremas, poca exposición al sol o una cama incomoda. 

El tratamiento en general debe tener como objetivo principal mejorar el nivel de satisfacción respecto al sueño, y debe ser individualizado en función de las preferencias del paciente, la severidad del insomnio, el impacto que produce en la calidad de vida; en este sentido, es fundamental que el tratamiento sea integral,  por ende, las medidas no farmacológicas se posicionan como complementarias al tratamiento farmacológico. 

En cuanto a las medidas no farmacológicas se recomienda incluir las medidas de higiene del sueño, una terapia cognitiva conductual, control de estímulos externos, técnicas de relajación y terapia con luz; por otra parte, la farmacoterapia del insomnio en los ancianos puede ser complicada por lo que debe iniciar con dosis bajas. Es necesario mencionar que los fármacos, siempre bajo prescripción médica,  más utilizados, son los siguientes: Benzodiacepinas, Antagonistas de receptor benzodiacepínico, Antidepresivos, Melatonina. 

Bibliografía

1.D´Hyver C. Alteraciones del sueño en personas adultas mayores. UNAM. 2018; 61(1).
2.Cepero I, González M, González O, Conde T. Trastornos del sueño en adulto mayor. Actualización diagnóstica y terapéutica. MEDISUR. 2020; 18(1).
3.López J, et. al. Insomnio. Guía de buena práctica clínica en geriatría. Sociedad Española de Geriatría y Gerontología; 2015. Report No.: 978-84-606-7559-4.
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